Por Paula Arizmendi Mar
Twitter: @parizmar
En esta época de profunda volatilidad
política, de brutales discusiones y frecuentes conflictos electorales, muchos
ciudadanos se muestran desanimados, quizás indiferentes, o simplemente poco
representados. La protesta más común es aquella de “Todos los políticos son
iguales”, o la de “Ni a cuál irle”, aun más triste. Los votantes consideran que
los candidatos prometen mucho y cumplen poco; y que de gobernantes, embelesados
con el poder, se dedicarán a sus negocios privados y olvidarán las
preocupaciones del pueblo. Así, el voto nulo, o la mera ausencia en las urnas
el día de las elecciones se hace una tentación cada vez más seductora. La queja
detrás es clara, y seguramente te la has hecho muchas veces: ¿Por qué voy a
hacerle caso, si no me representan? ¿Por qué voy a interesarme por la política,
si solo es el negocio de unos cuantos?
Es comprensible que pienses eso, que odies
a la clase política y detestes aún más
el círculo de diputados, senadores y demás fauna gubernamental. Pero en
realidad, la política es mucho más que todo el circo mediático que se conoce y
las figuras que salen en las noticias. La política es, inicialmente, una
actividad que se da en la ciudad (polis,
en griego). El pensador griego Aristóteles, en su libro Política, consideraba que por naturaleza el ser humano es político:
es un ser que vive en comunidad, en la polis,
y por tanto debe tener la disposición de convivir y de organizarse. Todos los
seres humanos, nos guste o no, somos seres políticos, y nos cruzamos una y otra
vez con las decisiones que otros toman.
Desentenderte de la política es no
querer saber sobre lo que es natural a nosotros: esa coexistencia y búsqueda de
reciprocidad entre los ciudadanos. Si consideras que los mexicanos no podemos
hacer nada por el país, que los encargados de la política son unos ladrones y
sátrapas, y no actúas al respecto, de cualquier manera estás siendo parte de la
política. Porque política es desde la organización de tu manzana, tu colonia,
tu municipio o delegación y tu estado. ¿A poco no puedes comenzar haciendo
cambios en donde vives? Pues eso también es política, y no tiene que ver con
los cínicos mandatarios o las grandes
organizaciones partidistas.
Todos nosotros tenemos muchas propuestas
sobre cómo mejorar la situación en México. Pero nunca las llevamos a cabo
porque pensamos que de eso tienen que encargarse los llamados “políticos”. Y
con esta concepción en mente, la gente siempre piensa que si tienes actividad
política es porque quieres un puesto y vas a ganar algo. Piensa en lo
siguiente: en la política real, a la que refería Aristóteles, las propuestas no
se hacen para tener más dinero o para tener poder: se hacen porque interesa un
bien común, porque quieres que tu colonia tenga mejores servicios, o porque
deseas que tu manzana tenga una mejor distribución y más actividades. Esa es la
verdadera finalidad de la política (y la cual muchos parecen haber olvidado):
que todos vivan mejor, no que uno tenga más cosas malhabidas en detrimento de
los otros. Ahí está la importancia de tener poder ciudadano: se trata de
organizarse y buscar un bien que sirva para todos, y nada más.
Y por último, está la parte oficial, esa a la que tantos son
indiferentes o por la que están desencantados. También ahí puedes poner tu
granito de arena. A pesar de que esos “políticos” son de dudosa calidad moral,
y están en una gresca permanente, hay una diferencia entre ellos: no todos son
iguales. Pero para descubrir eso tienes que informarte, investigar y conocer
más a fondo qué dice cada uno de ellos. Eso también es política, el participar
en los comicios electorales: reflexiona, comenta, discute con amigos y
familiares, involúcrate en lo que está sucediendo en el país, y exige a los
gobernantes que cumplan lo que prometan. Sal a votar, y vota con conciencia y
después de haberlo meditado. También eso es política, aunque no nos guste.
En estos tiempos de manipulación y
saturación informativa, ser ciudadano es una actitud y una responsabilidad que
debemos compartir todos. No es nada más votar y desentenderse: es participar
activamente en las decisiones grandes y pequeñas de México. Vivimos en una polis, y como tal, estamos obligados a
hacer política: pero no en esa concepción peyorativa, sino en la construcción
conjunta de un orden más justo y equilibrado. Eso solo se puede lograr entre
todos. Te invito a que descubras tu propio poder, que seas un verdadero
ciudadano, y comiences a hacer pequeños cambios que
muevan a México. A que te comprometas, participes, compartas, dialogues, concilies
y, así, comiences a hacer verdadera política. Es hora de ser ciudadano, ¿no te
parece?
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