Omar Méndez
Twitter: @OmarMCa
“La comunicación se reconoce como fundante de la
ciudadanía en tanto interacción que hace posible
la colectivización de
intereses y propuestas.
Pero, al mismo tiempo, en tanto dota de existencia
pública
a los individuos visibilizándolos ante los demás
y permitiendo verse-representarse
ante sí mismos”.
María Cristina Mata
La democracia se basa en una
premisa fundamental, tener fe y creencia ciega en las instituciones públicas
que se encargan de ejercerla con ética, cuando esto no sucede, cuando estamos bajo
sospechisismos de fraudes y arreglos, la democracia no es más que una
melancolía acordonada por clases de historia y política y, en un país como el
nuestro donde se nos ha acostumbrado a ser ciudadanos creyentes de la
democracia, de la legitimidad del estado y del cuidado paternalista del
gobierno, pensar en el fracaso de la democracia se convierte en un matiz
incómodo.
Más no es ninguna mentira,
que en los tiempos actuales, se ha de dudar de todo candidato, toda televisora,
toda información concerniente a las elecciones, sin importar la (nula)
procedencia o el informador a cargo, vaya tragedia.
¿Qué pasa cuándo vivimos en
la época de la desinformación y el juego sucio?
Surge una respuesta
primordial, la comunicación del ciudadano con el ciudadano; sólo a través de
los pequeños debates, de las discusiones acaloradas con nuestras amistades o
círculos cercanos estaremos (casi) libres de toda influencia mediática. La
novedad es que la “cancha” donde se lleva este juego, es un espacio sin reglas ni medidas
“oficiales”, donde pueden surgir una serie de barbaridades sin fundamento, son
las redes sociales, pero ¿No será que la
participación en las redes sociales sea la nueva manifestación de ciudadanía?
Las redes sociales cada vez
tienen más sentido ciudadano y masificado, 140 caracteres puede contener mucha
información o mucha desinformación, publicaciones de facebook y videos de
candidatos donde exponen una visión que muchos contrarían. La mayor parte de
las noticias relacionadas a la política son replicadas en las ya mencionadas
redes sociales, las cuales, a su vez, fungen como un nuevo método de
relación-acción.
La Ciudadanía implica derechos y deberes, que bien pueden ser
virtuales, las redes sociales son un
nuevo tipo de vivir la ciudadanía, se me podrá refutar que un gran porcentaje de
la población, por lo menos en México, no cuente con acceso a internet, pero son
muchos otros los que sí, principalmente los jóvenes, muchos han visto en el
muro de alguno de sus amigos virtuales algún chiste, fotografía o parodia de
los candidatos a presidentes de la república, ya sea por moda, por crítica ,
etc. las redes sociales, dejan de ser por mucho, dispositivos controlados, son
tierra de nadie y ciudadanamente de todos.
La ciudadanía postmoderna es
tan libre como fugaz, un estatus, un twitter, una fotografía, no hay un cuerpo
físico, ni un espacio, ni un grito y aunque también se mantienen de pie, los
intereses de ciudadanos por los actos públicos, que se logran en marchas,
mitings, manifestaciones, etc hay muchas condiciones para suponer que el
ciudadano virtual, cada vez tiene más peso específico en los intereses
públicos.
No podemos negar que las
sociedades cerradas, privadas cada vez empiezan a reducirse en número, no así
las sociedades públicas, donde lo que hacen los candidatos, por poner un
ejemplo, la vida de los políticos, es cada vez más pública, menos
disciplinaria. Han surgido medios informativos alternos al duopolio televisivo
y a las estaciones de radio comerciales, hay radios ciudadanos y alternativas,
revistas, periódicos independientes, y las mismas redes sociales como medios
informativos. Un “trending topic” puede y no, ser algo auténtico (han sido
evidenciados laboratorios cibernéticos de partidistas tuiteando a favor de tal
candidato). La creación de estas redes ciudadanas digitales, amarran al sujeto
a un consumo de su tiempo en la navegación del internet, pero también lo
presentan ante una nueva construcción de subjetividad social e individual. Una
de las posibilidades del ciudadano virtual es la facilidad con la que puede
enajenarse a políticos en celofán, empaparse de sus “compromisos” aunque estos
no los firmen, pero también, con la ciudadanía virtual se puede apostar a la
ruptura del mito del “ya merito”; ya que se pueden ver grandes y mejores
organizaciones y redes virtuales ciudadanas en comparación con otros tiempos, y
estas a su vez logran la movilización en masa que se necesita para refutar o
devastar la decisión política impuesta, parece que ahora empezamos a
experimentar la vigilancia ciudadana a los vigilantes públicos.
Ser ciudadano virtual radica
en experimentar la posición de un sujeto “multi task” de ideologías y
pensamientos, se crean nuevas percepciones emergentes y urgentes, se mantiene
la posibilidad de ser partícipe de un proceso electoral a pesar de encontrarse
en exilio voluntario, se puede debatir y se puede poner en práctica el
ejercicio de la tolerancia, sin embargo la ciudadanía virtual trae a sus
espaldas lo efímero de la temporalidad, habrá que releer la presente opinión
pasadas las elecciones, para descubrir si México está experimentando realmente
la organización ciudadana a partir de las redes sociales o sí todos hemos sido
víctimas de la moda virtual postmoderna.
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