viernes, 2 de noviembre de 2012

HABLEMOS DEL DÍA DE MUERTOS (I).


 LA MUERTE DEL HOMBRE... COMO SAPIENS

 Por Omar Méndez  Castillo
Integrante del Colectivo Machincuepa.
Twitter: @OmarMCa
“No, Señor; sinceramente me parece que allí todo va tan mal como siempre. Compadezco la vida de calamidades que llevan los hombres. Ni siquiera me apetece atormentar a esos desdichados”
Mefistófeles. Fausto. Johann Wofgang von Goethe

Concepto ambiguo y subversivo, metáfora misma de la vida, la muerte multifacética, impropia de la época, fiel compañera, erotizada, venerada e indeseada, el todo y la nada.
Una veta de aliento, el último suspiro. La muerte también como excusa; solo a partir de ella se exculpan los actos en vida, las inoperancias humanas y la fragilidad del ser. “El purgatorio no es la muerte, sino la vida misma” se dice. Terrible en presencia, tormentosa en ausencia, pero ¿y la muerte como femenina, como la poesía pura, lo “sublime”, como la guapa catrina? ¿Sus impresiones?
¡Bienvenida sea la muerte en la cultura!, más viva que nunca; nuestras fiestas, nuestras burlas, las calaveras, el azúcar, el pan, la gente, el color, el baile, lo huaso; pareciese que no le tememos más, “!Qué me avisen cuando venga, para recibirla de gala!”. ¿Y qué hay de mí? ¿Y mi propia Muerte?  El diablito… ¡Lotería! Cada noche es una muerte, la ensoñación es la muerte misma. ¿Quién se alegra mientras se duerme? Sólo se finge morir para que viva el muerto. Cada despertar es una nueva vida, hacer la siesta en el día, es nacer dos veces, decía el Viejo Perón. Pero ¿Y mis muertes? Mis putas muertes, las que me atormentan. Esas no son privadas, sino públicas, mías, tuyas, de todos, de las familias, de los pueblos, De Dios.
¿Dios nunca muere? Muere y revive, se reconstruye, se amplifica y se constriñe, es enorme y es pequeño, omnipresente y olvidadizo, quizás no estaba muerto, andaba de parranda y cómo no, si la muerte es fiesta, la muerte es joda, gloria, la muerte es solo el comienzo —y el final—.
Ah, sí, “La muerte del hombre como sapiens”. La verdad absoluta nos mató; Krishnamurti advirtió: “No es momento de vivir sino de disfrutar la muerte, la muerte del espíritu”. La libertad está de duelo, no nos educaron a pensar libres, ni a sentir libres, nos castraron la felicidad, y ahora que procuramos la estulticia, no somos más que simios, pensantes y pensativos decía Kafka, actuando cada vez más por condicionamiento social que por sapiencia.
Ésta es la muerte melancólica. ¡Que se abra brecha, que entre el aire, que devenga el duelo!
Preferible estar seis pies abajo a saber que me estás engañando (Muerte cochina). 

Y Bon profit.

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