Integrante del Colectivo Machincuepa
@parizmma
Dicen que este quince de septiembre
toca festejar (Y acto seguido, esos que dicen toman tequila y gritan mucho, ahí para llenar el estereotipo). Porque esa es una costumbre que cimienta nuestra
identidad paisana: estemos donde estemos, somos mexicanos porque celebramos.
Celebramos porque somos mexicanos. Y se grita mucho: "¡Viva
México, cabrones!", y "¡Como México no
hay dos, chingao!". De qué otra forma, si la patria es primero, repiten cual loros esos que nos dicen.
¿Pero qué hay que celebrar? Al Colectivo Machincuepa nos llegan mensajes con crecientes gritos de enojo y tristeza. A muchos les duele México y no ven motivos por los cuales conmemorar este día. El último episodio de la tragicomedia nacional, el desalojo violento de los maestros del Zócalo de la Ciudad de México, ha ensombrecido aún más los patriotismos. Esto, aunado a la gran cantidad de reformas que se están sucediendo vertiginosamente, en el intento del PRI por transformar la faz de México —y apuntalar su poder para la eternidad—. ¿Así que por qué habría qué celebrar al país? Si en este presente la maquinaria está engrasándose para, nuevamente, ordeñar a los pobres y enriquecer aún más a los ricos.
Sin menospreciar de ninguna manera esa tristeza, veo
dos razones por las cuales festejar de forma inteligente la Independencia este
2013. En primer lugar, porque festejamos este México pasado que nos hizo: la increíble concatenación de
circunstancias que logró que México existiera, y que hizo que seamos lo que somos.
Celebrar ese pasado una vez al año me parece razonable y hasta psicológicamente
sano: pensar en el cumpleaños de la patria significa, al final de cuentas,
darse cuenta y analizar lo bueno y lo malo de aquello que nos ha forjado,
nuestros defectos y virtudes como país y como ciudadanos (y si no es suficiente
hay que escuchar la voz de un experto aquí).
Y hoy más que nunca necesitamos hacer un ejercicio de instrospección
patriótica.
Y en segundo lugar, festejar por el futuro de México. Porque ya sabemos
quiénes son los malos en esta historia, y sabemos contra quién combatir. Porque
frente a la desigualdad, el racismo, la corrupción, la violencia y la
impunidad, queda la sociedad civil. Somos nosotros, cada uno de los
mexicanos, los que no hemos sido absorbidos por el poder, los ciudadanos de a pie
que resistimos día tras día, somos nosotros quienes podemos hacer cambios
relevantes y consistentes en el panorama de México. Es poco probable que el PRI
resuelva algo más que su desmedido apetito por el poder. Pero es la sociedad
civil la que, unida, puede ir presionando para que las cosas sean distintas.
Por eso, pienso yo, hoy se vale gritar por el México pasado que nos hizo nacer, y por
el México futuro que haremos nacer.
El del ínter, el México de hoy, tendrá que esperar.
(Y si quieres hacer algo por México, aquí hay unas Pequeñas
medidas para transformarlo)
No hay comentarios:
Publicar un comentario