martes, 12 de febrero de 2013

EL EFECTO MEDIÁTICO CASSEZ

Por: Ramón Chaverry Soto
Integrante del Colectivo Machincuepa 


Desde hace algunos días en boca de los comunicadores de televisa escuchamos hasta el hartazgo, para referirse al caso de la francesa acusada de secuestro, “la secuestradora Cassez”. Una y otra vez, así lo parece, mientras la mencionada francesa siga siendo noticia, será nombrada sin más “La secuestradora Cassez” o “La secuestradora francesa”. A este adjetivo, que ya suena poco objetivo en boca de un comunicador, se le agrega además un tono particular de indignación, de esta manera los medios de comunicación, al dar la noticia, parecen haber hecho suya la causa de las víctimas, volviéndose paladines de la justicia. El juicio es unánime, porque, es un hecho, la mayoría de la personas consideran que se ha cometido una injusticia al liberar a la “secuestradora francesa”. Pero este juicio desfavorable hacia Cassez, no lo olvidemos, no sería posible sin la ayuda de los medios de comunicación.

Afirmo que no sería posible porque es un hecho que en este caso los medios de comunicación jugaron un papel central, ellos fueron parte del montaje que inculpó a la francesa, ellos son los que han omitido una y otra vez el nombre de García Luna (el orquestador del montaje), ellos son los que enfocan a los secuestrados, son también los medios los que señalan a los jueces y los que, finalmente, señalan a Cassez como “La secuestradora francesa”.  


Luz y sombras del caso

            En un principio, sin saberlo, como lo afirma Pablo Reinah (reportero de Tv azteca) los medios fueron convocados por García Luna a la detención de una banda de secuestradores llamada “Los zodiaco”. Poco a poco comenzó a surgir, gracias a las denuncias de la francesa, la hoy confirmada versión del montaje. Su juicio presentaba diversas irregularidades en su aprehensión y posterior integración del delito, notorias violaciones a la propia constitución particularmente al 16 constitucional que exige poner al inculpado a la disposición de un juez sin dilación alguna. Esto sin contar las múltiples violaciones a los derechos humanos y a las convenciones internacionales, la negativa de las autoridades para que la francesa recibiera apoyo de su embajada y la omisión de su derecho a tener un traductor, agregando a esta turbia red de errores el cambio en la declaración de los testigos. En otras palabras, si algo caracterizó el caso de la francesa fue la violación de diversas leyes en distintos órdenes legales, del ámbito constitucional al penal, del ámbito de los derechos humanos a los tratados internacionales.   

El caso Cassez tuvo así efectos bochornosos e indeseables pues destapó los vicios históricos de nuestras incompetentes autoridades que elaboran o siembran delitos a discreción. Pero sobre todo, y esta es la razón por la cual los medios han hecho suya esta batalla, la francesa  mostró la red de complicidades que se dan entre el cuarto poder y el Estado. Es sabido que no es sino hasta que la francesa denuncia y documenta el montaje que las televisoras reconocen este hecho. En otras palabras los medios se vieron involucrados y esperaron hasta el último momento, cuando ya su exposición era inminente, para dar a conocer la noticia. Previendo una condena popular, sólo un par de días antes de la liberación de Cassez, Carlos Loret de Mola admite abiertamente el polémico montaje que los involucraba, al cual antes sólo aludían de manera ambigua, mostrándose así los medios como una víctima inocente más de este vergonzante hecho.
            Las televisoras, hablo en este caso de Televisa, han seguido así dos formas de abordar el problema en el que se encuentran incluidos, por un lado señalan las irregularidades del caso pues ya era inminente su conocimiento. Por otro, alejan la atención del montaje para presentarse como defensores de las víctimas, al usar, como antes señalé, el mote de “La secuestradora Cassez”. 

Más allá de si la francesa es culpable o no (todo alrededor de este caso es tan turbio que quizá jamás lo sabremos con certeza) como sociedad se nos impone la obligación de ser más reflexivos sobre los límites del cuarto poder. El caso va perdiendo poco a poco presencia en las notas televisivas y sólo una mirada crítica nos permitirá estar alerta para encarar los montajes futuros de las televisoras.  



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