Integrante del Colectivo Machincuepa
Desde hace algunos días en boca de los comunicadores de
televisa escuchamos hasta el hartazgo, para referirse al caso de la francesa
acusada de secuestro, “la secuestradora Cassez”. Una y otra vez, así lo parece,
mientras la mencionada francesa siga siendo noticia, será nombrada sin más “La
secuestradora Cassez” o “La secuestradora francesa”. A este adjetivo, que ya
suena poco objetivo en boca de un comunicador, se le agrega además un tono
particular de indignación, de esta manera los medios de comunicación, al dar la
noticia, parecen haber hecho suya la causa de las víctimas, volviéndose
paladines de la justicia. El juicio es unánime, porque, es un hecho, la mayoría
de la personas consideran que se ha cometido una injusticia al liberar a la
“secuestradora francesa”. Pero este juicio desfavorable hacia Cassez, no lo
olvidemos, no sería posible sin la ayuda de los medios de comunicación.
Afirmo que no sería posible porque es un hecho que en este
caso los medios de comunicación jugaron un papel central, ellos fueron parte
del montaje que inculpó a la francesa, ellos son los que han omitido una y otra
vez el nombre de García Luna (el orquestador del montaje), ellos son los que
enfocan a los secuestrados, son también los medios los que señalan a los jueces
y los que, finalmente, señalan a Cassez como “La secuestradora francesa”.
Luz y sombras del
caso
En
un principio, sin saberlo, como lo afirma Pablo Reinah (reportero de Tv azteca)
los medios fueron convocados por García Luna a la detención de una banda de
secuestradores llamada “Los zodiaco”. Poco a poco comenzó a surgir, gracias a
las denuncias de la francesa, la hoy confirmada versión del montaje. Su juicio
presentaba diversas irregularidades en su aprehensión y posterior integración
del delito, notorias violaciones a la propia constitución particularmente al 16
constitucional que exige poner al inculpado a la disposición de un juez sin
dilación alguna. Esto sin contar las múltiples
violaciones a los derechos humanos y a las convenciones internacionales, la
negativa de las autoridades para que la francesa recibiera apoyo de su embajada
y la omisión de su derecho a tener un traductor, agregando a esta turbia red de
errores el cambio en la declaración de los testigos. En otras palabras, si algo
caracterizó el caso de la francesa fue la violación de diversas leyes en
distintos órdenes legales, del ámbito constitucional al penal, del ámbito de
los derechos humanos a los tratados internacionales.
El caso Cassez tuvo así efectos bochornosos e
indeseables pues destapó los vicios históricos de nuestras incompetentes autoridades
que elaboran o siembran delitos a discreción. Pero sobre todo, y esta es la
razón por la cual los medios han hecho suya esta batalla, la francesa mostró la red de complicidades que se dan
entre el cuarto poder y el Estado. Es sabido que no es sino hasta que la
francesa denuncia y documenta el montaje que las televisoras reconocen este
hecho. En otras palabras los medios se vieron involucrados y esperaron hasta el
último momento, cuando ya su exposición era inminente, para dar a conocer la
noticia. Previendo una condena popular, sólo un par de días antes de la liberación
de Cassez, Carlos Loret de Mola admite abiertamente el polémico montaje que los
involucraba, al cual antes sólo aludían de manera ambigua, mostrándose así los
medios como una víctima inocente más de este vergonzante hecho.
Las televisoras, hablo en este caso
de Televisa, han seguido así dos formas de abordar el problema en el que se
encuentran incluidos, por un lado señalan las irregularidades del caso pues ya
era inminente su conocimiento. Por otro, alejan la atención del montaje para
presentarse como defensores de las víctimas, al usar, como antes señalé, el
mote de “La secuestradora Cassez”.
Más allá de si la francesa es culpable o no (todo
alrededor de este caso es tan turbio que quizá jamás lo sabremos con certeza) como
sociedad se nos impone la obligación de ser más reflexivos sobre los límites
del cuarto poder. El caso va perdiendo poco a poco presencia en las notas
televisivas y sólo una mirada crítica nos permitirá estar alerta para encarar
los montajes futuros de las televisoras.
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